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Crónica Bicentenaria


Eran las 6 p.m. y como pocas veces yo me disponía a dormir anticipadamente para luego estar «fresca» para el festejo de la noche, siendo 15 de septiembre lo menos que podía esperar era desvelarme cantando canciones mexicanas, sí, caer en los clichés de la celebración de independencia siempre tiene un encanto especial. Esparaba poder ir al Zócalo a presenciar el desfile, los conciertos y el grito porque como nunca todo resultaba especialmente prometedor, sin embargo, el 14 de septiembre decidí de último minuto que lo mejor era asistir a la cena mexicana que mis padres estaban organizando; finalmente, todo indicaba que el centro sería un caos y ser parte de las 50 mil personas afortunadas de estar en el Zócalo era cuestión de estar ahí desde muy temprano, requisito que naturalmente yo no podría cubrir.

Imagen obtenida de: El Economista

Así pues, a las 7:30 salí de mi casa ya resignada a pasar un buen rato atorada en el tráfico, que para mi sorpresa fue casi inexistente, llegué a casa de mis padres y esperé paciente a que llegara el resto de la familia para comenzar a disfrutar de un buen pozole acompañado de tostadas. Y bien, muy buena cena con el televisor encendido para seguir minuto a minuto el desfile y estar lista para gritar ¡Viva México! al unísono de todos los que teníamos el corazón acelerado de emoción.

Y aunque siempre me he sentido feliz de ser mexicana no pude evitar exhaltar el sentimiento en tal ocasión, y sí, estoy muy consciente de la problemática que el país vive, pero creo que si algo nos identifica como mexicanos es justamente el ánimo, ya hemos visto varias veces que aun con las tempestades hacemos todo lo posible por aligerar la carga, menos mal ¿no?

Terminó el 15 de Septiembre, dormí unas horas y desperté temprano para ir a ver el desfile, desde un edificio en Paseo de la Reforma, fui testigo de una excelente producción que como pocas veces me dejó un muy buen sabor de boca.

El hecho es que festejé de la mejor manera y sentí asombro y emoción con todo lo que pude ver, y más cuando la celebración se presentó como una importante oportunidad de recordar porqué me gusta tanto mi país, porque tengo la ilusión de verlo cada vez mejor y que por supuesto, como el mexicano no hay dos.

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